Un viaje que tiene como fin renovarse.
Crecer como profesional. No hay mejor manera para un maestro que introducirse
en otros centros e interactuar con sus maestros y alumnos. Beber su propia
filosofía. Un viaje que tiene como fin cambiar el ámbito educativo y toda
aquella persona que lee este libro.
Cada capítulo del libro ha abierto un
nuevo camino en mi futuro como docente. No conocía este Movimiento de
Renovación Pedagógica que proponen las Escuelas Changemaker y personalmente, ha
cambiado mi forma de ver la Educación.
Desde mi punto de vista, me considero una
persona muy reivindicativa, que lucha por el cambio, siempre que sea necesario,
y que busca ayudar a la gente. Mi madre siempre me decía que nuestra labor en
la vida debía ser aquella en la que ayudáramos a los demás. Nadie es el más
rico del cementerio y son palabras que me he grabado a fuego. Cada día que
paso en esta carrera, más contento estoy de pertenecer a este gremio
desprestigiado por ciertas convicciones sociales.
El capítulo que más me ha gustado ha sido
el de la escuela rural por lo que significa para mí. He crecido físicamente y
como persona entre sus aulas. Almaceno todos los recuerdos referentes a ella y
este libro me ha ayudado a rescatarlos, me ha ayudado a recordar lo bonita que
fue mi infancia. No obstante, O Pelouro ha sido la escuela que más me ha
emocionado mientras leía. El año que viene comienzo la mención de Pedagogía
Terapéutica y me ha llenado plenamente ver cómo la diversidad era un regalo,
cómo la palabra inclusión no existía porque no era necesaria. Además, Teresa y
Juan me parecían entrañables sin conocerlos, amantes de la educación y del
bienestar del niño.
Asimismo, he aprendido nuevos conceptos
relacionados con el aprendizaje cooperativo, la neuroarquitectura, la
importancia del juego… No obstante, sin duda, me quedo con la emoción. La mente
y el cuerpo están conectados, y por tanto, no es pienso, luego existo tal y como decía Descartes, es
siento, luego existo. Porque nos da bienestar y lo que queremos como
docentes es que los niños sean buenas personas. Hoy en día los conocimientos
los pueden buscar en Google. Hay que ayudar a los niños a reconocer las
emociones y como fin último, ayudar a la autorregulación de las mismas. Tal y
como señala Francisco Mora (2013) primero hay que despertar la emoción si
queremos conseguir un aprendizaje eficaz.
Desde
mi punto de vista, el mundo necesita
gente que ame lo que hace, que tenga pasión, que vea todo a través de los
ojos de un niño que busca comerse el mundo. Quizás estamos ante un cambio de
paradigma. Sin duda, para mirar al futuro, para tener perspectiva sobre el tema
en cuestión, hay que hacer retrospectiva, hay que hacer memoria. Si algo no te
gusta, cámbialo. Por muy difícil que sea el camino, si tienes una idea que
ayude a mejorar cualquier situación, hazlo. Sin embargo, estas ideas no se van
a llevar a cabo si no amas lo que haces.
En síntesis, cambiar el mundo es una
tarea de titanes. Nunca ha sido posible empezar una revolución social sin la
ayuda de un genio que la promoviese. Gracias César por ayudarme a comprender el
verdadero objetivo de la educación en un mundo que, aun a pesar de creerse
vanguardista, vive encerrado en una caja de zapatos. Te prometo que has dejado
huella en mi persona.
Jose María Bustos.
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